Desde nuestros roles de líderes, más de una vez nos toca tener una conversación difícil en nuestro espacio de trabajo, sea con nuestros colaboradores, con nuestros propios líderes, con los clientes, con proveedores, y quién sabe con cuántos más.
¿Por qué una conversación es difícil?
Como especialistas en Recursos Humanos, y fieles a nuestro slogan de “ser humanos en RRHH”, nos tomamos muy en serio la implicación afectiva que suele involucrar una conversación difícil, para quien la hace y para quien la recibe. Por eso, queremos ayudarte a que las desarrolles de la mejor forma.
Para empezar, las conversaciones difíciles se vuelven complicadas debido a la sensación de amenaza que sentimos, lo que desencadena actitudes defensivas y arrogancia. Esto lleva a un deseo de demostrar que tenemos razón y el otro está equivocado, deteriorando la relación. Al suprimir nuestros pensamientos y sentimientos reales para ser agradables, la comunicación se ve afectada en tres dimensiones: la tarea, la relación y el yo.
¿Cómo mejorar las conversaciones difíciles?
1. Adoptar una mentalidad abierta, reconociendo que ambas partes pueden ofrecer y recibir información significativa para comprender mejor los razonamientos detrás de sus perspectivas.
2. Fomentar una comunicación efectiva, enfocándose en explicar el propio punto de vista sin adoptar una postura defensiva, y esforzarse por entender la posición de la otra parte, lo cual sienta las bases para una negociación constructiva.
3. Priorizar la construcción de confianza y respeto mutuos a través de la solidaridad y el rechazo de la arrogancia moral, estableciendo un marco común de atención antes de abordar tareas o diferencias específicas.
A partir de esto te preguntamos: ¿escuchás realmente la respuesta del otro lado? ¿Querés ser efectivo o tener la razón? ¿La conversación aloja una posibilidad de mejora o sólo es un ultimatum?
Las respuestas son para cada uno, y depende de ellas qué les toque trabajar.
Una instancia de trabajo es la “expresión productiva”:
La expresión productiva es una forma de ayudar a nuestra contraparte a que conozca nuestro razonamiento. Le permite entender lo que estás pensando, pero lo más importante ¿por qué estás pensando lo que estás pensando?
Entonces, para desarrollarla, considerá estos tres aspectos de la expresión como una secuencia en el tiempo, cada uno con una pregunta asociada:
- El presente: ¿Qué (es lo que pienso)?
- El pasado: ¿Por qué (lo pienso)?
- El futuro: Entonces ¿Qué es lo que quiero hacer al respecto?